NOTA DEL PORTAL: La tesis de grado de Víctor Suárez en la Universidad Nacional de Colombia (Programa de Educación Abierta y a Distancia) se tituló “El rol de la radio en la construcción de identidad cultural: El caso del programa Álbum Musical de Colombia“. Nuestro portal ha considerado absolutamente necesario publicar lo que allí se lee acerca del origen y desarrollo de este espacio radial, pues ello enriquece la presentación sintética que hemos hecho de lo que ha sido la lucha quijotesca del autor de aquel trabajo académico por preservar y exaltar nuestras raíces culturales.
A continuación, pues, la historia del Álbum Musical de Colombia, tal y como la narra Víctor Suárez en su tesis de grado, misma que puede ser consultada en la biblioteca de la UNAD.
“El caso del programa “Álbum Musical de Colombia”.
En este capítulo se hace un esbozo cronológico del surgimiento del programa de radio “Álbum Musical de Colombia”: sus inicios, desarrollos, horarios de emisión, estructura, contenido y tiempos. De igual manera, se destaca el papel que cumple el comunicador en la reconstrucción de imaginarios populares y en la generación de nuevas audiencias.
Hay que aclarar que el documento da cuenta de los 18 años ininterrumpidos del programa a través de la emisora cultural “Luis Carlos Galán Sarmiento”. Sin embargo, en esta monografía se hace el énfasis en dos etapas primordiales del mismo: sus inicios (dos primeros años) y la transformación del programa a partir del año 2000.
La aventura de comunicar los sonidos del folclor.
A comienzos del año 1993, el Ministerio de Comunicaciones le confiere licencia a la emisora cultural Luis Carlos Galán Sarmiento, para iniciar las emisiones de prueba, las cuales consistían en la transmisión de música –especialmente clásica y brillante-, con una identificación que se pasaba cada hora y que señalaba las características propias del momento: “Esta es la emisora cultural Luis Carlos Galán Sarmiento. H.J.C. 95. 100.7 F.M. Stéreo, transmitiendo, en periodo de prueba, desde la ciudad de Bucaramanga, capital de Santander”.
El periodo de prueba de la emisora terminó a medios de ese año, dando paso a la implementación de la programación oficial, previamente aprobada por el Gobierno. La transmisión iniciaba a las seis de la mañana y cerraba a las doce de la noche.
En cuanto al contenido, la emisora cultural Luis Carlos Galán Sarmiento estuvo enfocada a segmentos musicales que cubrían el vacío dejado por la programación de las emisoras comerciales. De esta manera, la música clásica, el jazz, el blues, la música country, la brillante y un pequeño espacio para la expresión musical colombiana conformaron el grueso de la programación de aquellos primeros años.
El sociólogo y escritor tolimense Jorge Valderrama Restrepo (q.e.p.d.), primer director de la emisora, le asignó un segmento de una hora diaria (6-7 A.M.) a la música folclórica del país. Fue el renacer de la música colombiana en la radio bumanguesa, que había desaparecido de la parrilla de programación de las emisoras comerciales a finales de la década de los ochenta.
Definir el contenido del programa implicaba un análisis a profundidad de la política y criterios musicales que debían tomarse en cuenta para ello. Un primer criterio que presenté fue el nombre del programa, en razón a que el escogido definía, en forma general, toda la pluralidad musical de la Patria.
La escogencia del nombre para el programa se convirtió en una tarea interesante debido a la cantidad de títulos que se propusieron por parte del equipo de colaboradores de aquella época, conformado por el practicante de comunicación social Luis Antonio Largo; Devinson Mauricio Fonseca, funcionario de la emisora, y el autor de este trabajo. Se dieron nombres como “La Música de mi Tierra”, “Nuestra Música”, “Folclor de Colombia”, “El Cancionero Popular”, “Canciones y Melodías de la Patria”, “Por los Senderos del Folclor”, “Álbum Musical Colombiano”, entre otros. Finalmente, hubo consenso para el nombre de “Álbum Musical Colombiano”, denominación que conserva hasta hoy.
Un segundo criterio que se trajo a colación, hace referencia a las cuatro regiones folclóricas bien definidas en el país: la andina, la de la costa norte, la pacífica y la llanera. Por lo tanto, detallar cada región con sus ritmos musicales y características folclóricas, resultó muy enriquecedor al momento de tomar decisiones.
El tercer aspecto que fue motivo de estudio correspondió a la investigación de la parrilla de programación de todas las emisoras comerciales de la capital de Santander, con el ánimo de mirar si estaba incluida la música colombiana. Se pudo establecer que la música vallenata acaparaba un gran porcentaje de emisión en varias emisoras; inclusive dos de ellas transmitían música vallenata las 24 horas del día (La Vallenata y Radio Uno). En total, sumadas las horas de espacios de música vallenata en las emisoras comerciales, se contaban 108 horas diarias en Bucaramanga en 1993. También cabe señalar que, en un porcentaje mínimo, se incluían otros ritmos colombianos en estas estaciones de radio; pero ese pequeño fragmento sólo se asignaba a ritmos de la costa norte (porros, cumbias, merengues, etc.).
Finalmente, se tuvo en cuenta el carácter territorial correspondiente a la ubicación de Bucaramanga como una población que pertenece a la “región andina de Colombia”, en la que los ritmos característicos son el torbellino, la guabina, el bambuco, la rumba criolla, el pasillo, el sanjuanero, la rajaleña, el bunde, el vals y la caña, región donde instrumentos como el tiple, el requinto, la bandola, el chucho, la guitarra, la carraca, la zambumbia, la esterilla y los quiribillos, hacen parte de la identidad musical típica de los ancestros.
A partir de lo anterior, se diseñó el contenido del programa dándole prelación a la música folclórica de la región andina (80%) y un porcentaje menor (20%) a la música llanera, los ritmos del pacífico y algunas obras y ritmos de la región Caribe menospreciados por las radios comerciales, pero que se consideran de gran riqueza en su contenido; entre ellos el legado de Bovea y sus Vallenatos, las canciones del maestro Rafael Escalona y la música de Alejo Durán, entre otros.
Entonces, la música andina colombiana volvió a ser protagonista de un programa de radio, gracias al apoyo ofrecido por las directivas de la Biblioteca Gabriel Turbay (hoy Instituto Municipal de Cultura) de esa época.
En la búsqueda de una estructura narrativa
Definido el contenido del programa, el paso siguiente consistió en darle una estructura que se identificara con el modelo imperante para emisoras culturales o de interés público.
En consecuencia, se grabó la identificación del programa, las glosas y se escogieron las cortinillas que se encargarían de ambientar el espacio.
De igual manera, se elaboraron los primeros libretos que, de forma sucinta, daban a conocer el autor, el compositor y el intérprete de cada una de las obras musicales que se emitían en cada programa. Vale la pena recordar que el uso del computador apenas empezaba a popularizarse, por lo que los primeros años del proyecto (1993-1994) los libretos se hacían en máquinas de escribir tradicionales.
Al comienzo, toda la programación de la emisora cultural Luis Carlos Galán Sarmiento se pre-grababa, y el programa “Álbum Musical de Colombia”, no era la excepción. Por lo tanto, cada una de las emisiones correspondía a pregrabados que se hacían con uno o dos días de antelación.
La forma o estructura del Álbum correspondió, en esos primeros años, en producir el espacio desde las directrices que se daban en la administración y que se ajustaban al modelo impuesto por la Radiodifusora Nacional de Colombia, donde el pregrabado, la correcta dicción y la fonética de otros idiomas era la norma a seguir.
El programa sólo ha tenido, en sus 18 años de historia, dos horarios de emisión: durante los primeros meses (seis), el horario asignado fue de seis a siete de la mañana; luego, se le adicionó una hora, quedando establecido el segmento de seis a ocho de la mañana de lunes a viernes .
Cabe mencionar que gran parte de los programas de la emisora cultural han cambiado de nombre, de horario o se han acabado; sin embargo, el posicionamiento del Álbum Musical de Colombia ha sido tal, que permanece inamovible durante el lapso de 18 años.
Tiempos
Dos momentos han sido cruciales en el devenir del programa: el primero corresponde a los primeros años, esos meses iniciales de 1993 en los que se logró convencer al director de la emisora para que incluyera en la parrilla de programación definitiva la música colombiana de la región andina. No fue una tarea fácil, pero el esfuerzo y la perseverancia dieron fruto: ante el abandono de esta música en la programación de las emisoras comerciales durante varios años. Existía, en aquel instante, una especie de ansiedad por parte de la audiencia de Bucaramanga por encontrar en la radio un programa que emitiera música folclórica del interior de Colombia. Así lo evidenciaba el estudio hecho por la facultad de comunicación social de la Universidad Autónoma de Bucaramanga en mayo de 1.993 .
Ahora bien, cabe recordar que en 1993 se creó gran expectativa por la puesta al aire de la radio cultural Luis Carlos Galán Sarmiento; esto en razón a que era la primera emisora de interés público que se establecía en la ciudad y que, además, Bucaramanga no contaba con medios alternativos como la radio comunitaria.
Rápidamente las directivas de la emisora establecieron una línea de comunicación con la audiencia utilizando el teléfono fijo No 6325951, por medio del cual los oyentes opinaban sobre los diferentes programas y daban su parecer respecto de la calidad en la recepción de la señal de la emisora.
Para satisfacción del proyecto folclórico que se iniciaba con el propósito de reivindicar la identidad folclórica de esta ciudad, un buen porcentaje de las llamadas se hacían para favorecer el programa de música colombiana. Fue tanta la fuerza que generó la opinión pública respecto del espacio, que el director, Jorge Valderrama Restrepo (q.e.p.d.), decidió alargar el horario del programa a dos horas.
Los siete primeros años del Álbum la producción se hizo con la participación y el aporte de los comunicadores sociales de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (estudiantes de práctica), quienes elaboraban los libretos. Los nombres de Luis Antonio Largo, Eliana Villa Bellucci, Clara Inés García, Yenni Hernández Mateus, Yolima Oviedo y Martha Lucía Suárez están impresos en las primeras páginas de la historia del “Álbum Musical de Colombia”.
Un giro total: Años después el Álbum se renueva
Un segundo momento del programa, corresponde a los cambios hechos a partir del año 2000. Para esta fecha, el autor de esta tesis regresó a la emisora cultural después de dos años de ausencia, en los que estuvo vinculado a la cadena R.C.N.
El espacio conservaba el nombre y el horario, pero carecía de presentador y director. La música se emitía sin ton ni son, la discoteca de la emisora apenas llegaba a los 50 discos compactos y las glosas habían desaparecido.
Se consultó con el director del Instituto Municipal de Cultura de ese entonces, el ingeniero Francisco Centeno, sobre la posibilidad de retomar la dirección y producción del programa, a lo cual respondió en forma afirmativa, al constatar que, desde hacía tres meses atrás, nadie atendía la responsabilidad de ese espacio.
A partir del mes de octubre del año 2000, el Álbum Musical de Colombia tiene una gran transformación en procura de lograr un reposicionamiento y conquistar nuevas audiencias. Estos cambios se sintetizan en cuatro aspectos fundamentales:
1. Estilo: La manera tradicional de pre grabar el programa y los libretos quedó atrás, dando paso a la producción en vivo, con una locución fresca y coloquial que produjera en el oyente la sensación de confianza y compañía.
2. Estructura: La estructura del programa cambió por completo, al implementar un esquema en el que cada día el contenido fuera diferente: los lunes la temática estaría dedicada a darle a conocer al oyente cada una de las nuevas producciones musicales colombianas, conservando el énfasis en el folclor de la región andina; los martes a los clásicos, es decir, a emitir las canciones y melodías que han logrado trascender en el tiempo para ganarse un lugar en la memoria colectiva; los miércoles a la música instrumental, en razón a la cantidad y calidad de esta clase de obras folclóricas; los jueves el contenido del espacio lo conformarían canciones que hablan de amor, de paz y del tema social; y los viernes a hacer un ejercicio de interacción con los oyentes a través de la línea telefónica y del Internet, por medio del cual ellos se convierten en los productores del programa al seleccionar cada una de las composiciones que se emiten.
Este nuevo esquema de programa permitió mostrar la cantidad y variedad de música folclórica que tiene Colombia, además de dar a conocer las nuevas grabaciones y propuestas folclóricas del interior de la patria, que no tienen posibilidad alguna de promoción en los medios comerciales.
3. Discoteca: Un gran vacío se presentaba en el tema del material discográfico, tan necesario en este nuevo proceso. Ante la escasez de música, la estrategia consistió en hacer una campaña con las empresas de discos, con los artistas y con los oyentes, para que le aportaran a la emisora producciones folclóricas que enriquecieran el contenido del programa. El resultado no se hizo esperar y, en pocos meses, se recibieron cerca de 300 discos compactos y varias colecciones de acetatos que fueron donados al medio de comunicación con la única pretensión de que se emitieran en el espacio.
4. Información: Al romper esquemas y paradigmas, el Álbum Musical de Colombia también se convirtió en un programa a través del cual el oyente se enteraba del acontecer folclórico de la ciudad, el departamento y el país. La información referida a los festivales, concursos y encuentros de música folclórica de la región andina se transmitía de manera continua en el espacio, como un beneficio a las entidades, fundaciones y corporaciones que trabajan, sin ánimo de lucro, por mantener vigente el legado musical de la Patria.
Más allá de la difusión cultural
Con todo lo señalado anteriormente, el proyecto radial cuyo objetivo ha sido reconquistar un espacio para el folclor de la región andina colombiana, generó resultados insospechados que, aun hoy, se mantienen vigentes. Se destaca el impulso que recibieron del medio radial eventos de la importancia del Festival Nacional de Duetos “Hermanos Martínez”, que se realiza por el mes de noviembre en la población de Floridablanca; el Concurso Nacional del Tiple “Pedro Nel Martínez” del municipio de Charalá, que en sus inicios se organizó en Bucaramanga; el Festivalito Ruitoqueño, evento de reconocimiento nacional que tiene lugar por el mes de mayo en la Mesa de Ruitoque; el Festival Nacional Infantil de Música y Danza “maestro Guillermo Laguna”, reunión anual de más de 300 niños artistas durante el mes de octubre en la capital santandereana; el Festival Nacional Infantil de Música Colombiana “Hormiga de Oro”, organizado cada mes de agosto por la Fundación Ananda y que lleva a los niños intérpretes del folclor colombiano de la región andina a escenarios como la Concha Acústica “José A. Morales”, el parque de las Cigarras, la plazoleta del Instituto Municipal de Cultura y Turismo y varios colegios de la ciudad; el Festival Latinoamericano de Música Folclórica, que realiza para una obra social, la Fundación Cardiovascular de Colombia en el Parque Nacional del Chicamocha; el Parquearte del Instituto Municipal de Cultura y Turismo y los conciertos de carácter folclórico que tienen lugar en el auditorio Luis A Calvo y Pedro Gómez Valderrama.
De igual manera, se creó el “Club de Amigos de la Música Colombiana” con el propósito de generar mayor sentido de pertenencia e identidad por la propuesta musical de la región. Los integrantes del club recibieron un carné que los identificaba y se elaboró un listado con los datos de cada uno de los socios. Se hacían reuniones de integración, paseos colombianos y se promocionaba el turismo folclórico a eventos nacionales como el Festival del Mono Núñez, en el Valle del Cauca; el Festival Nacional del Pasillo Colombiano en Aguadas, departamento de Caldas; el evento de Cortiple en Medellín; el Festival Hatoviejo Cotrafa del municipio de Bello, Antioquia; El Festival Príncipes de la Canción de Ibagué, Tolima; el Festival Nacional de la Guabina y el Desfile de las Flores del municipio de Vélez, y el Concurso Nacional de la Canción Inédita del Socorro.
En la emisora Luis Carlos Galán Sarmiento se crearon nuevos programas dedicados al tema folclórico como “Veredas en Concierto”, que se emite de cinco a seis de la Mañana, con la dirección del comunicador Reynaldo Atuesta Ariza; el programa “Concierto Colombiano”, con horario de 12: 30 a 1:00 de la tarde y conducido por Martín Parra Olarte; “Leyenda, Llano y Folclor”, programa dirigido por Benjamín Rueda Hortúa y con emisiones diarias de cinco a seis de la tarde. También los fines de semana se realizan espacios folclóricos como “Tiples y Requintos de la Provincia de Vélez”, “Canto a García Rovira” y “Evocando el Ayer”, que son fiel testimonio del impulso que generó este proyecto de producción radiofónica dedicado al folclor de la Patria.
Otro logro del proyecto radiofónico es la manera como se incentivó a otras emisoras y a otros comunicadores a producir espacios dedicados al folclor andino. Las emisoras UIS A.M. Y F.M., crearon programas orientados a la divulgación del patrimonio musical colombiano: en la UIS FM se emite de lunes a viernes el programa “Para ti, Colombia”, en el horario de siete a ocho de la mañana y “Colombia, Tierra Firme”, los días miércoles, jueves y viernes de dos a tres de la tarde; la UIS AM transmite de 7:30 a 8:00 de la mañana el espacio “Música Instrumental Colombiana”, de 9:30 a 10:00 de la mañana el programa “Colombia Variada” y de dos a tres de la tarde “Música Andina Colombiana”. La emisora del Ejército Nacional, “Colombia Stéreo”, tiene en su parrilla de programación, un espacio titulado “Mi Pueblo y el Soldado”, de cinco a seis de la mañana, y la emisora de la Policía Nacional conserva, a nivel local, el programa “Colombia y su Música”, en el mismo horario. Como se puede deducir, Bucaramanga es la ciudad con mayor cantidad de programas de radio dedicados a la música de la región andina.
El compositor e intérprete antioqueño John Jairo Torres de la Pava lo ratifica en sus investigaciones sobre “Los Medios de Comunicación y la Música Andina Colombiana”, al mostrar, de manera tangible, cómo Bucaramanga es, de lejos, la ciudad donde hay mayor cantidad de espacios radiofónicos dedicados al folclor del interior.
Construyendo audiencias
Las investigaciones de Guillermo Orozco Gómez en “Audiencias, televisión y educación” (1996) y Jesús Martín Babero en “Los medios a las mediaciones” (1987) se convirtieron en el soporte teórico que se implementó para el desarrollo del proyecto radiofónico “Álbum Musical de Colombia”.
El contexto que vivía la capital de Santander referente a la programación radial de música andina colombiana, como se señala en la primera parte de esta monografía, era totalmente sombría: los otrora grandes musicales colombianos realizados en vivo en los radioteatros habían desaparecido. En 1987 se hizo el último programa en vivo de “La Ronda Musical del Medio Día” en Radio Bucaramanga y se cerró el último radioteatro que quedaba en la ciudad.
Se vivía, por entonces, un fenómeno de aculturación del cual ninguna ciudad de Colombia logró escapar, pero del que Bucaramanga fue pionera. Se vincularon a las emisoras musicales de carácter comercial hombres de radio provenientes de ciudades del Caribe colombiano que posicionaron, en muy corto tiempo, la música vallenata. Los nombres de Julio César Galvis “el Emperador del vallenato”, Alberto Marín, Juan Garzón Borré y Willy Santamaría, son sólo algunos de los que sobresalen en una larga lista de comunicadores que se dedicaron desde finales de los ochenta y en los noventa a difundir el folclor vallenato en la ciudad.
Teniendo claro lo anterior, el propósito del programa de radio fue encontrar un vínculo para la construcción de sentido, un formato que construyera relaciones con los oyentes, elementos como la producción y la puesta en práctica de procesos creativos que permitieran construir identidades, significados y símbolos comunes.
Con el conocimiento y la experiencia en la elaboración de programas radiofónicos se hicieron cambios y se buscaron nuevas formas para construir caminos que acercaran al oyente. Uno de estos virajes que dio el programa fue la locución donde, del pregrabado de los libretos, con una voz impostada y rígida, que obedecía a los parámetros impuestos por la Radiodifusora Nacional desde Bogotá, se pasó a la presencia en vivo de un comunicador que hablaba con voz cálida y coloquial.
Este cambio de estilo en la producción produjo una dinámica efectiva, vivencial y cercana de interpelar a la audiencia, al establecerse una especie de comunicación personal, que mostró ese componente afectivo y emocional tan necesario en la verdadera comunicación radiofónica. Cientos de radioescuchas se comunicaban cada semana con los estudios de emisión para intercambiar conceptos con el director del espacio, como si se tratara de un familiar o de una persona que se conociera desde hace tiempo.
Esa especie de intercambios comunicativos diarios que se lograban con los oyentes, buscando que la producción de imágenes, la generación de emociones y sensaciones, se convirtiera en el común denominador de la propuesta de reivindicar la promoción y emisión de la música andina colombiana en la radio de Bucaramanga, arrojó resultados inmediatos, encontrando ciertos los conceptos de Jesús Martín Barbero (1986), quien manifiesta que “la cultura es la mediación más trascendente” y de Guillermo Orozco (1997) que reconoce la enorme influencia de la comunicación en nuestros días, y hace hincapié en que las “las audiencias no nacen, las audiencias se hacen”.
La experiencia vivida en 18 años de producción radiofónica de interés público dedicada a la promoción de la música folclórica, muestra que la forma de hacer la radio tiene efectos sobre la audiencia. Estos efectos pueden ser positivos o negativos, porque todo producto radial lleva impreso un mensaje, un discurso que, de manera libre, el oyente decodifica.
El programa hizo su audiencia al lograr identificar e inculcar los elementos claves para su fin: el elemento cultural, el elemento afectivo y el elemento emocional”.
Excelente transitar y lucha extenuante por mantener vivas nuestras raíces, las que las nuevas generaciones no conocen o están olvidando.
Felicitaciones Víctor y continúe con esa tarea.
Es indispensable y definitivo para el rescate de la música colombiana, que desde los hogares y los colegios se imparta el conocimiento sobre el tema. Debería ser prioridad la identificación y selección de los aires autóctonos por parte de los niños y jóvenes y en ese aspecto también tienen parte importante las emisoras y los comunicadores.
Gracias por la publicación. ¡Buenísima!
Que lástima que nuestra cultura ancestral no sea suficientemente publicitada. Muchos niños del siglo XXI no saben que estos “ritmos del alma” existen.
Deberíamos promover la inclusión de la “Música Andina Colombiana” como parte del currículo en la educacion Primaria y Media de Colombia.