El comienzo federal centralista. La ideología liberal. Por: Manuel Enrique Rey Sanmiguel

 

 

La primera década republicana a partir de 1810 en una Hispanoamérica aún colonial constituye el primer intento impositivo de gobernanza. En su momento debatía ideas, en medio del fragor de la política, sobre cuál sería la mejor forma de gobierno en ofrecer libertad y felicidad.

Con fecha 29 de mayo de 1810, Camilo Torres Tenorio, en una de las dos formas existentes conocidas de comunicación ideológica, la epistolar, (la otra provenía de la arenga retórica), dejaba entrever la importancia de implementar un gobierno autónomo provincial en contra de uno centralista autoritario.

La correspondencia se dirigía al librepensador erudito de misma ideología, al potencial adepto y/o émulo.

El contenido de la misiva, sin importar la ideología, siempre era de ínfula totalitaria.

A partir de 1810, se daría comienzo a una lucha continuada, a veces fratricida, al tratar de imponer una ideología. La lucha persiste actualmente, por ser recipiendario un pueblo inculto y analfabeto, sin poder decisorio y menos conciliador.

Con el analfabetismo y la falta de cultura política se consigue polarización, corrupción electoral, odio clasista, poca credibilidad en los órganos de poder, tendencia al desconsuelo y la frustración, poco o nulo aprecio por la dirigencia política, apoyo y auge populista y demagógico.

El payanés Camilo Torres, en misiva dirigida a su tío materno, defiende la idea consistente en que cualquier concentración de poder sería contraria a la libertad y felicidad de América. Yo creo –afirma- que la concentración del poder se opondría a “la única forma de gobierno que sería más conveniente para nosotros. Una Junta Suprema en cada Reino o Provincia –afirma- concentraría allí todas las miras políticas, todos los recursos y todos los beneficios de la asociación civil. Lograría ver realizada la sabia máxima de que el centro político debe estar fuera del centro físico”.

Lo anterior en su momento político evolutivo, significa sí se tiene en cuenta la tendencia reduccionista de aplicación proveniente del ejercicio del poder tendiente al individualismo, base del idealismo liberal, logrado al atomizar el ejercicio del poder a partir de un centralismo en nación, que disminuye su potencia a medida que se entrega paulatinamente a las provincias, los cantones, las parroquias, los individuos.

En nuestro medio podría, a partir de lo anterior, comprenderse cómo fue implementándose el capitalismo, al explorar el republicanismo desde su comienzo. Observar cómo la idea posterior marxista, del acontecer determinístico con finalidad comunista, no necesariamente aplica. En política nada está escrito. No se puede vaticinar el futuro teniendo en cuenta la mentalidad política que aflora en una determinada cronología.

A veces los pueblos sufren estratificación e influencia, por lo que terminan apropiando lo que otros han ensayado. Siglos antes del libertario y revolucionario movimiento hispano-americano anti-colonialista, en el occidente europeo, al término del medioevo (siglos IX al XV), en momentos en que el ejercicio del poder se centraba en monarquías autocráticas y jerarquías eclesiásticas, acaeció un proceso similar de adaptación y evolución política. El pueblo entonces, había reclamado el derecho al goce de la libertad individual.

Sin la maligna y pérfida aprehensión totalitarista impuesta por unos pocos, normalmente, luego de sustituir constituciones obtenidas con fervor plebiscitario sin sociabilización adecuada o acabando la libertad individual al imponerse por fuerza, los movimientos revolucionarios reivindicatorios de progreso social han sido planteados para el logro de una mayor libertad e individualidad.

El anterior enfoque histórico favorece -así los totalitarios lo estigmaticen- al capitalismo como sistema de gobierno, favorecedor a ultranza de la individualidad. La libertad propende por la flexibilización permisiva y controlada del derecho a la propiedad, la elección personal no impositiva por cuenta del Estado, el espíritu empresarial, la innovación y tecnología, el desarrollo industrial en manos particulares.

La democracia es considerada el mejor sistema de gobierno inventado por los humanos, si se desea en el individuo autonomía y libertad política, económica y socio cultural.

La falsedad del pregón comunista, por el contrario, afirma que solo a través de un sistema autoritario con pérdida de la libertad sería dable explotar la tierra de manera adecuada, alimentar a la humanidad, proteger y dar seguridad a todo nivel.

La paradoja consiste en ser, precisamente a través de la libertad invocada por el estado comunista, que se regrese a la esclavitud laboral, a la sumisión al Estado, a la lealtad incondicional. Una paradoja que se recrudece al observar que el comunismo invoca el logro de la libertad civil colectiva mientras destruye la libertad individual política, socio-económica, etc.

Los grandes enemigos de la libertad agrupados en una izquierda totalitaria, irónica y engañosamente humana, se encuentran desenfocados si se tienen en cuenta los valores políticos de una sociedad abierta, el Estado de Derecho, las libertades de expresión, elección, productividad, libre mercado, pensamiento y movilidad, planteadas y defendidas por el liberalismo decimonónico republicano y la democracia participativa en Colombia desde el siglo XIX casi sin interrupción.

La tendencia de la democracia y del liberalismo socio-económico y cultural está cambiando. Se pretende regular y controlar el capitalismo salvaje aplicando impuestos a la riqueza, castigando la prebenda, la evasión y la corrupción causantes de desigualdad, pérdida de confianza en las instituciones democráticas, surgimiento de totalitarismos de extrema.

Pareciera paradójica la inflexión del concepto de democracia liberal dentro de su seno en la medida que se cuestionan normas que antaño propendían por la libertad sin cortapisa, el individualismo extremo. Dicho cambio ha de plantearse con urgencia, si se pretende que la democracia persista y no se considere partido de privilegiados, sino de ampliada cobertura con tendencia gravitacional al centro.

La democracia dejaría de ser blanco del ataque de la extrema izquierda. Tendría que redefinirse el liberalismo como neoliberalismo de centro. La función del Estado no es apoderarse de la economía, sino controlar y ejecutar la cobertura socio-económica.

A la normatividad socio-económica y cultural la respaldaría el papel tutelar proveniente de una fuerza cívica mayoritaria, unida, comunitaria, donde la educación jugaría destacado papel. Lo han demostrado los países escandinavos, donde el civismo ciudadano sería el encargado de mantener una democracia de ínfula socialista donde tengan cabida todos los ciudadanos.

A un extremista su posición al borde lo delata. Aceptará solo a los de su misma ideología. A los del centro llamará reaccionarios o retrógrados, precisamente por la reacción que produce la fuerza ideológica proveniente del centro, productora de una barrera que impide el logro de la hegemonía totalitaria.

Al situarse el totalitarismo en un extremo, desde esa posición es imposible evolucionar. Una vez obtenido el poder, se ha de retener el logro a capa y espada. Cualquier totalitarismo es considerado por el grupo hegemónico la última y mejor forma de poder que haya sido concebida por la mente humana.

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MANUEL ENRIQUE REY SANMIGUEL.— Ingeniero químico de la Universidad Nacional de Colombia. Miembro de Número de la Academia de Historia de Santander. Autor de varios libros.

 

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