Racismo, una lacra más a desterrar. Por Óscar Humberto Gómez Gómez

 

El racismo no es más que una muestra de mala educación y razón tenía el filósofo antioqueño Fernando González al afirmar que somos una sociedad mal-educada.

Es el colmo que todavía a estas alturas del partido, cuando hasta científicamente se ha demostrado la total carencia de bases que tiene el racismo, aún no se le haya podido erradicar de la faz de la tierra. Por eso es que tenemos en la humanidad tantos problemas, porque nos seguimos pegando a estereotipos mandados a recoger desde hace décadas, por no decir centurias.

Pretender seguir creando deslindes y compartimentos entre los seres humanos por razones tan baladíes como lo es la del color diferente de la piel, lo único que pone de presente es la imperiosa e inaplazable necesidad de iniciar cuanto antes una campaña masiva, en la que se involucren todos los medios de comunicación, sin excepción, para que de la mente de nuestros niños, nuestros jóvenes y nuestros adultos — desde luego con mayor dificultad en cuanto a estos últimos —, se erradique, de una vez por todas, semejante estupidez tan monumental que tanto daño ha causado en el seno de la sociedad norteamericana y que también lo está causando en el seno de esta nación, que ya no soporta más divisiones por todo.

Lacras sociales como esta, que nos han obstaculizado la conquista del sueño de ser felices, pretenden ser mantenidas y hasta fortalecidas por algunos, que persisten en dividir a los seres humanos con los más diversos pretextos: la política, la religión, el fútbol, y un largo etc., como si ya no hubiese habido —como si no hubiera — sobre la faz de la tierra la suficiente violencia, el suficiente odio, la suficiente zozobra. Como si no fuese más atractivo un mundo más amable, justo y libre.

 

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