Murió en Alemania el pintor bumangués Omar Gómez Rey. Por Óscar Humberto Gómez Gómez

 

El pasado 30 de marzo, en pleno cumpleaños, el pintor bumangués OMAR GÓMEZ REY tuvo que internarse en un hospital cercano a la ciudad alemana donde residía, donde trabajaba en su taller artístico y donde él se sentía ampliamente conocido y apreciado entre sus vecinos y las autoridades del lugar: la histórica ciudad de Nuremberg.

Se preparaba aquel día el artista santandereano para dar comienzo a una lucha difícil, en la que jamás pensó que pudiese verse involucrado: la terrible y desigual lid contra una enfermedad de mal pronóstico.

A propósito de su cumpleaños y de sus coincidentes quebrantos de salud, escribí y publiqué en este blog una entrada en la que rememoraba su lejana juventud y su partida hacia Europa, en la plenitud de sus años juveniles, en busca de posibilitar la realización de aquellos sueños que dentro de su ciudad natal no había podido cumplir hasta ese momento, ni vislumbraba, yo creo que sin razón, que lo pudiese hacer en los años venideros.

A pesar de saber lo difícil de su pronóstico, expresaba en esas líneas mi optimismo y la personal esperanza que abrigaba en el sentido de que su difícil cumpleaños fuese la antesala de una recuperación feliz.

 

 

Supe que se había tenido que hospitalizar fuera de Nuremberg porque las camas hospitalarias de aquí habían sido copadas por los pacientes víctimas de la pandemia. “Ninguno se quiso vacunar”, me explicó aquella mañana en la que me atreví a preguntarle por qué no lo estaban atendiendo en la ciudad sede de su domicilio.

Un mediodía de plática me contó que le había tocado compartir habitación con un señor malhumorado de procedencia árabe a quien no le gustaba sentir que él hablaba por teléfono y que por eso le tocaba salirse al pasillo para poder seguir riéndose a carcajadas mientras departía con sus interlocutores del otro lado del océano. Con el tiempo, aquel otro paciente se fue acostumbrando al espíritu festivo de su compañero latinoamericano y terminó recibiendo con amabilidad nuestros saludos a través de su locuaz y afable vecino.

Mientras transcurrían las semanas y los meses, yo permanecí a la expectativa de una noticia amable y cálida que cualquier día me hiciera saber el milagro de su triunfal retorno a la salud.

Lamentablemente, comenzaron a llegarme augurios fríos y poco esperanzadores hasta que un día reciente me hicieron saber acerca de su decisión personal de no volver a recibir visitas porque quería que lo recordaran como era y, finalmente, me han comunicado que en la gélida, brumosa, lluviosa y triste madrugada de hoy el maestro OMAR GÓMEZ REY, como dicen bellamente los masones, ha partido hacia el Oriente Eterno.

 

 

Me uno con total sinceridad al duelo de su apreciada familia y de sus seres queridos en general.

La verdad es que con su alegría casi desconcertante, dada la abrumadora adversidad que lo aquejaba, usted nos ha dejado a todos una valiosa lección de vida.

Que el Supremo Hacedor lo haya recibido en su gloria y su alma inmortal se encuentre allá en ese Cielo que desde niños nos enseñaron a tener como meta postrera de nuestra existencia.

¡¡¡ Hasta siempre, maestro !!!

 

 

 

¡Gracias por compartirla!
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