La Asunción de María, una cuestión de simple lógica. Por Óscar Humberto Gómez Gómez

 

Como religión que es, la Iglesia Católica, Apostólica y Romana tiene sus propios dogmas.

Y es que las creencias de una religión no tienen por qué tener necesariamente bases históricas. Si este fuera un requisito, entonces en ellas no habría nada de sobrenatural y una religión no sería más que una secuencia de hechos escuetos acaecidos en determinado sitio y en un preciso momento de su devenir. ¿A qué se reduciría, entonces, la fe?

Por supuesto, la Iglesia tiene una fuerte fundamentación en la Historia, pero la Historia por sí sola no es su fundamento único.

 

 

Pues bien:

Se celebró el pasado miércoles 15 de agosto en el mundo católico la Asunción de María, y aquí en Colombia, en virtud de una ley llamada Ley Emiliani (pues el ponente del respectivo proyecto fue el senador Raimundo Emiliani Román), el descanso laboral que tradicionalmente traía consigo esa festividad religiosa se trasladó al lunes siguiente. Por eso, mañana lunes 21 de agosto (estoy escribiendo estas líneas hoy domingo 20 de agosto) es festivo en Colombia.

Pero, volviendo al tema, ¿por qué la festividad se llama “La Asunción de María?”.

 

 

Con ese vocablo, “Asunción”, se quiere significar que María FUE LLEVADA en cuerpo y alma al Cielo.

A la Asunción se le diferencia de la Ascensión, que está reservada a Jesús.

La esencia de esa distinción radica en que mientras Jesús asciende al Cielo POR SÍ MISMO (Ascensión), María ES LLEVADA al Cielo (Asunción).

 

 

Ahora bien: sobre si María muere y resucita, y ahí sí es asunta al Cielo, hay discusión. Es decir, se pregunta si, más bien, nunca murió y fue llevada al Cielo cuando ya el Hacedor Supremo consideró cumplida su misión en esta tierra.

Empero, este punto específico no fue abordado cuando se proclamó la Asunción de María como dogma de la Iglesia Católica. Hay que anotar que en los primeros siglos se hablaba tan solo de La Dormición de María.

 

 

El dogma de la Asunción de María fue proclamado el 1 de noviembre de 1950 por el papa Pío XII.

He leído diversas exposiciones que rebaten este dogma. Para cuestionarlo se acude, en primer lugar, al argumento histórico, es decir, se argumenta que no se trata de un hecho histórico, que no hay testigo alguno que haya declarado haber visto ese momento. Ya me referí atrás a este cuestionamiento.

En segundo término, se echa mano del argumento interpretativo, es decir, se traen a colación pasajes de la Biblia a partir de cuya interpretación los detractores del dogma concluyen que “la mujer”, en referencia a María, no fue sino eso: una mujer como cualquier otra, que como cualquier otra nació con mancha, como cualquier otra murió y, consiguientemente, igual que el de cualquier otra, su cuerpo se pudrió en la tumba.

 

 

Desde mi modesta percepción personal del tema, la asunción de María al Cielo no es más que algo lógico.

Y es que si parto de la base de que el Hacedor Supremo encarnó y lo hizo en el vientre de una mujer, para mí esta mujer, la madre nada más ni nada menos que de Dios en la tierra, no pudo ser, por simple lógica, una mujer común y corriente, ni tiene para mí lógica alguna que el Hacedor Supremo le fuese a dar el trato de una mujer cualquiera.

 

 

En otras palabras, siendo la encarnación del Creador un hecho excepcionalísimo, me parece que también excepcionalísima tuvo que ser la mujer en cuyo vientre vino a encarnarse.

Y siendo tan excepcional esta mujer nada más ni nada menos que a los ojos del Todopoderoso, me resulta lógico de toda lógica que tanto su concepción misma como su paso de esta vida terrenal a la vida gloriosa del Cielo tenían que ser excepcionales.

 

 

Por ello, a la Inmaculada Concepción de María, es decir, al hecho de que esta mujer especialísima nació libre del pecado original, esto es, ajena a cualquier mínima mancha, se le consagró como dogma, y por ello se consagró también como dogma el que esta mujer especialísima no tuvo un final como el de todo el mundo, ni aquel cuerpo que albergó nada más ni nada menos que a Dios-Hecho-Hombre, esto es, nada más ni nada menos que al Creador de todas las cosas encarnado, al Creador del hombre y de la vida humanizado, terminó en una tumba cualquiera sufriendo los efectos de la corrupción natural, como si se tratara de un cadáver más entre tantos y tantos.

 

 

Así que, aunque nadie la haya visto, aunque no se trate de un hecho refrendado por la Historia, la simple lógica me indica que la Asunción de María sí sucedió, pues quien fue nada más ni nada menos que la madre de Dios-Hecho-Carne no pudo haber muerto como morían todos y todas, que su cuerpo no pudo corromperse como se corrompía el de todos y el de todas, sino que, por el contrario, esta mujer hubo de ser tratada por el Supremo Hacedor con la elevadísima dignidad con la que fácilmente se adivina, a los ojos del observador más desprevenido, habrá querido tratarla Aquel que todo, absolutamente todo lo podía y todo lo puede.

Me parece que lo ilógico es pensar que Dios Todopoderoso procedió en sentido contrario.

 

 

ILUSTRACIÓN: La Asunción de la Virgen María (Detalle). 1516 – 1518. Tiziano. Ubicación: Basílica de Santa María dei Frari. Venecia, Italia.

 

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