LA VIAJANTE. Por El Último Guane

 

Sí señor, yo lo recuerdo,

Yo sé cómo se llamaba

La virgen que se fue lejos,

Con su belleza profana,

Creyendo hallar en el mundo

Lo que nunca halló en su casa:

Un beso en su cumpleaños,

Una flor sobre su cama,

Una palabra de aliento

Cada vez que no acertara,

Sobre la mesa pan fresco,

Comprensión para sus lágrimas,

En vez de aquella violencia

que fue su juego de infancia.

 

Claro que sí, lo recuerdo,

Y me acuerdo de su cara,

Belleza de joven pobre,

Con pobreza maquillada,

No era exótico su nombre,

Ni ella misma era extraña,

Aunque en aquel barrio humilde

Sus facciones destacaban,

Sobresalía su hermosura,

Su cuerpo despedía llamas,

Al contemplarla los hombres,

Parecían desnudarla,

Yo sí recuerdo su nombre,

Pero no voy a nombrarla.

 

Eran sus padres muy pobres,

Era un tugurio su casa,

Nunca le vi el uniforme

Azul de las colegialas,

Ni le escuché de proyectos

Con los que ella soñara.

 

Lo supe porque dijeron

Los muchachos de la cuadra,

Dijeron que se había ido

En pos de una nueva patria,

Echándose un morral triste

Encima de sus espaldas,

Que había partido de noche,

Ya casi de madrugada.

Pero esos que lo narraron

Aún ni se levantaban,

Acaso lo imaginaron,

Porque es así como pasa

Con los muchachos sin norte

Cuando de casa se marchan.

 

¿Que si recuerdo su voz?

Sí, señor, ¡cómo olvidarla!

Le brotaba endurecida,

Así quisiera endulzarla,

Con ella cantó en diciembre

Tiruliros y tutainas

Y gritó: “¡mis aguinaldos!”

Cuando feliz nos ganaba

Y nos recordó poemas

O chistes de vieja data

En las humildes tertulias

Que tuvimos en la plaza

Sobre los sacos de fique

Tomando, los que tomaban,

Un vaso de chicha fresca

O alguna cerveza helada.

 

¿Que si deseo agregarle

A mi dicho más palabras?

No, señor, a qué vendría

Sumarle tristeza al alma.

 

No sé qué fue al fin de ella,

Si murió en tierra lejana,

O si hoy persigue ilusiones

En condición de foránea.

Quizás algún día regrese,

Mas ya no hallará su casa,

Ni su barrio, ni a sus padres,

Ni a sus vecinos de cuadra,

Pues todos nos fuimos yendo

Por diversas circunstancias

Y al barrio fueron cambiando

El progreso y la esperanza,

Sus padres ya se murieron

Y a su casa abandonada

Por sus hermanos ausentes

La expropiaron los que mandan

Para sepultar con ella

Toda huella de nostalgia.

 

¿Que qué haré si vuelvo a verla?

No sé, quizás no haga nada.

 

 

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