Se inician hoy los meses terminados en “bre” (septiembre, octubre, noviembre y diciembre) y de esta manera el año 2024 se encamina hacia su finalización.
Pero, ¿saben ustedes por qué el mes de septiembre se llama septiembre?
Y por qué el mes de octubre se llama octubre? ¿Y por qué el mes de noviembre se llama noviembre? ¿Y por qué el mes de diciembre se llama diciembre?
Es más: ¿saben ustedes por qué el mes de agosto se llama agosto? ¿Y por qué el mes de julio se llama julio?
¿Saben ustedes que los meses de julio y agosto no existían?
¿Y saben ustedes que la Real Academia Española de la Lengua acepta que al mes de septiembre se le llame setiembre?
¿Saben que la denominación septiembre no siempre estuvo aprobada por la Real Academia Española de la Lengua?
Pues bien: la razón de todo esto —al igual que la razón de muchas otras cosas— es de carácter histórico.
En efecto, el calendario primitivo de Roma se dividía solamente en 10 meses y septiembre ocupaba el puesto siete o séptimo, octubre ocupaba el puesto ocho u octavo, noviembre ocupaba el puesto nueve o noveno, y diciembre ocupaba el puesto diez o décimo.
Posteriormente se crearon los meses de julio y agosto, como homenaje a dos gobernantes romanos, Julius y Augustus, y entonces el año quedó de doce meses.
Empero, los nuevos dos meses fueron intercalados en toda la mitad, por lo cual el mes siete, o sétimo, o séptimo, que era setiembre o septiembre, quedó de noveno; el mes ocho u octavo, que era octubre, quedó de décimo; el mes nueve o noveno, que era noviembre, quedó de undécimo; y el mes diez o décimo, que era diciembre, quedó de duodécimo.
No obstante, la antigua denominación de los meses que quedaron corridos, se optó por dejarla igual. Por ello, el mes de septiembre siguió llamándose así, a pesar de haber dejado de ser el mes siete, o sétimo, o séptimo; octubre siguió llamándose así, a pesar de haber dejado de ser el mes ocho u octavo; noviembre siguió llamándose así, a pesar de haber dejado de ser el mes nueve o noveno; y diciembre siguió llamándose así, a pesar de haber dejado de ser el mes diez o décimo.
Para sostener la anterior explicación se parte de la base de que el año comenzaba, igual que hoy en día, con el mes de enero.
Así las cosas, enero era el mes 1, febrero el mes 2, marzo el mes 3, abril el mes 4, mayo el mes 5, junio el mes 6, setiembre el mes 7, octubre el mes 8, noviembre el mes 9 y diciembre el mes 10.
Los nuevos meses de julio y agosto fueron intercalados entre los meses de junio (mes 6) y setiembre (mes 7).
Según otras fuentes, en cambio, el año no empezaba en enero y, por ello, la razón por la cual setiembre era el mes 7 del año era otra.
De acuerdo con estas fuentes, el año romano comenzaba a partir de marzo (martius), mes dedicado a Marte, dios de la guerra y de la agricultura, y terminaba en diciembre (december), que era, obviamente, el mes diez o décimo. La época que hoy corresponde a enero y febrero no se contaba por ser improductiva debido al invierno.
Los meses eran, entonces: marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre.
En cambio, fuentes como el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas insisten en que los 10 meses iban de enero a diciembre y que después se introdujeron julio y agosto. Los meses, entonces, eran: enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, septiembre, octubre, noviembre y diciembre.
Según las fuentes que sostienen que el año comenzaba en marzo, fue Numa Pompilio, segundo rey de Roma (715-672 a. de C.), quien adaptó el calendario romano al año solar y le agregó los meses de enero y febrero.
Otras fuentes, por el contrario, indican que eso no fue obra de Numa Pompilio, sino resultado de una evolución histórica más compleja.
En cuanto al origen de los nombres de los actuales doce meses del año, tenemos lo siguiente:
Enero (Jano): Añadido, según la mayoría de las fuentes, por Numa Pompilio al calendario original. Su nombre antiguo era Ianuro (o Januro), en honor al dios Iano (o Jano), el dios de las dos cabezas, protector de las puertas de entrada y de salida.
Febrero (Februa): También incorporado al calendario romano, de acuerdo con la versión más aceptada, por Numa Pompilio. Fue dedicado a Plutón —dios del infierno, llamado igualmente Februo— para que aquella terrible divinidad aplacara sus iras.
Marzo (Martius): Como en este mes se daba comienzo a las campañas bélicas romanas, estaba dedicado a Marte, dios de la guerra. Hay que tener en cuenta que como en aquella época y en dicho pueblo antiguo los agricultores eran a la vez guerreros, Marte era, igualmente, el dios de la agricultura. Otras fuentes señalan que en este mes iniciaba el año antes de que Numa Pompilio introdujera los meses de enero y febrero, que anteriormente no se tenían en cuenta.
Abril (Aprilis) : Según unos, proviene de “Aprilis” (palabra que termina relacionando el nombre del mes con la diosa griega Afrodita, equivalente a la diosa romana Venus); según otros, deriva de “aperire” (verbo latino que significa “abrir”). El nombre del mes se referiría, entonces, al hecho de abrirse las flores en esta época del año. De acuerdo con algunos, “Afril” (con “f”) procede del término griego “afros”, que quiere decir “espuma”. El mes estaría, entonces, dedicado a Venus, diosa surgida de entre la espuma. En todo caso, abril estaba dedicado a la fertilidad.
Mayo (Maius): Acerca del origen del nombre de este mes, hay dos hipótesis: una, la de que su nombre deriva de la palabra “majorum”, que quiere decir “mayores”. Según esta posición, mayo estaba dedicado a la ancianidad. Los ancianos eran los protectores del pueblo. De acuerdo con la otra postura, su nombre fue una exaltación a la diosa Maya, esposa de Vulcano, dios del fuego e hijo de Júpiter.
Junio (Iunius o Junius): Según unos, el nombre del mes proviene de Juno, esposa de Júpiter y diosa del amor y el matrimonio. Según otros, el nombre de este mes fue un homenaje a la juventud, pues proviene del vocablo latino “junior”.
Julio (Iulius o Julius): Este mes fue denominado así en homenaje al gobernante Julio César. Unas fuentes afirman que antes se llamaba “Quintilis”, quinto mes del año.
De acuerdo con unas fuentes, fue ahí cuando empezó a quedar atrás el año de 10 meses.
Es claro, sin embargo, que si el mes se llamaba “Quintilis”, el año iniciaba realmente en marzo.
Agosto (Augustus): Dedicado a otro gobernante, Augusto. Antes —según unas fuentes— se llamaba “Sextilis”, sexto mes del año.
Según algunas fuentes, la introducción de este nuevo mes, además del de julio, hizo que el año dejara de ser de 10 meses.
Hacemos la misma observación anterior: si el mes se llamaba “Sextilis”, entonces realmente el año principiaba en marzo.
En lo que no hay controversia, es en que a partir de ahí los meses se denominaban por su posición numérica. Como se observa, los cuatro meses finales mantienen la denominación original que tuvieron en Roma según el puesto que ocupaban dentro de los 10 meses del año.
Septiembre (September). O también setiembre: En latín “siete” es “septem”. Por eso, el séptimo mes del año (de 10) se llamaba september (septiembre). Y como el ordinal “séptimo” corresponde en español al cardinal “siete” (sin la letra “p”), también se le llamó siempre “setiembre”, o sea, el mes siete. Por tal razón, la Real Academia Española (RAE) acepta que el ordinal de siete sea “sétimo”. De hecho, en el idioma español la palabra “septiembre”, con “p” solamente se aceptó a partir de 1739.
Octubre (October): Octavo mes del año de diez meses. En latín, “octavo” es “october”.
Noviembre (November): “November” (noviembre) era el mes noveno o nueve del año.
Diciembre (December): En el puesto décimo o diez del año —el último— estaba december (diciembre), nombre que mantuvo a pesar de que el año pasó a tener 12 meses.
¡Bienvenidos, pues, amigas y amigos, al primero de los meses terminados en “bre” y, con él, al comienzo del fin de año!
Ah: y no les dé pena decir “sétimo” o “setiembre”. Son expresiones tan correctas como “séptimo” o “septiembre”.
De hecho, en múltiples obras de Derecho y de otras áreas del conocimiento, al igual que en libros de literatura y otras disciplinas, se lee “Sétima edición”.
Y de hecho también, en países como Uruguay, Paraguay, Perú y Costa Rica al mes que hoy comienza se le llama “setiembre”.
Un fraternal abrazo.
¡Y feliz setiembre!