LOS OLIMPICOS, CULTURA QUE VALORA LA PERFECCIÓN FÍSICA Y MENTAL
Por Manuel Enrique Rey
NOTA DEL PORTAL: El Dr. Manuel Enrique Rey, Ingeniero Químico de la Universidad Nacional de Colombia y Miembro Correspondiente de la Academia de Historia de Santander, autor de varios libros, prosigue con su vinculación a nuestro portal. Hoy se refiere, claro está, al acontecimiento deportivo más importante del mundo: los Juegos Olímpicos de Londres. Usted sabe que esta es su casa, Dr. Rey.
La cultura en la competencia física involucra, si se desea lograr el triunfo, el perfeccionamiento de lo muscular y lo mental potenciado al máximo. Lo anterior implica que dentro de cada modalidad deportiva los escogidos representantes de los países tengan que esforzarse al máximo, de tal suerte que la rivalidad involucre en la disputa lo estético, el vigor, la energía y la buena salud, entre otros parámetros.
Es necesario volver a escritores afamados griegos de la época clásica si se pretende conocer la mentalidad que guarda relación con el por qué fueron creadas las gestas que al paso del tiempo se convirtieron en generadoras de las olimpiadas actuales, cuyos primeros logros comprenden el periodo de 776 A.J. hasta 393 D.J. Normalmente se acudía al diálogo entablado entre un erudito conocedor y un bárbaro inculto, para por medio de la conversación, y aprovechándose de la ignorancia del segundo, se diera a conocer con explicaciones sabias lo que el erudito sabía a perfección, de suerte que lo explicado fuese acogido sin discusión.
Me refiero a Luciano, creador en la antigua Grecia de un particular tipo de diálogo satírico que ayudó para que los griegos entendiesen el por qué del grandioso significado que tenían los ejercicios que a primera vista podrían parecer despreciables y peligrosos. Luciano vivió en la primera mitad del siglo II D.J.
“El cuerpo de un hombre vigoroso no debe ser graso y blanco como el de una mujer pálida por encerrarse en su morada –explicaba el sabio-. Son como deben ser: hombres llenos de vida, calor, energía viril y rebosantes de salud; no están arrugados ni enflaquecidos y menos aún fofos; el sudor les quitó la grasa superflua y sólo les dejó músculos y fuerza. Lo consiguieron con dieta y gimnasia. Estos dos elementos son para el cuerpo lo que la criba para el trigo: la cascarilla del grano se elimina y sólo queda el trigo puro”.
En otro diálogo, un escita pregunta a Solón qué utilidad tenían las competencias deportivas griegas donde prevalecía el atletismo y la lucha como principal esfuerzo deportivo para lograr triunfos en la competencia. “Dan vueltas en la arena como cerdos –dijo el escita- y se atacan como chivos. La escena a veces es terrible y brutal y, sin embargo, no son separados por ese hombre vestido de púrpura que, a juzgar por su ropaje, debe ser un representante de la autoridad. Me gustaría saber para qué sirve todo esto; en verdad, me parece una locura”.
Qué tal si reviviera el bárbaro durante la justa olímpica londinense del 27 de julio a agosto 12, donde se desarrollan 26 deportes olímpicos que abarcan 39 disciplinas. Cómo le quedaría el ojo –cuadrado dirían los mexicanos- luego de contemplar boxeo y ciclismo de mujeres. Qué pensaría de los cuerpos actuales, que son como el de su dios Olimpo, simétricos y perfectos. Sí un mínimo tiempo definiera la presea, el campo y partícula de dios harían presencia.