La persona de Jesucristo, Dios y hombre, se presenta de tal modo a la inteligencia humana, que la satisface y sosiega. Desde que nuestra mente medita en la Deidad la percibe como grandeza soberana, esto es, como ser infinito, porque según la expresión de fray Luis de Granada, nada hay grande si tiene límites. La divinidad de Cristo sacia así nuestros más hondos anhelos, y al mismo tiempo su naturaleza humana, a la cual se une el ser infinito, concreta esta idea agobiadora en un hombre más levantado en perfecciones que todas las criaturas, en un hombre que es nuestro hermano y nuestro amigo, a quien podemos hablar y de quien podemos esperar, no frívolos favores sino beneficios de bien incomparable.
Del mismo modo, la persona de Jesucristo armoniza con nuestro corazón y con sus aspiraciones y necesidades. El distintivo de nuestro ánimo son las tres pasiones de que habló el Apóstol del amor divino cuando dijo que el mundo es todo concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida. La conciencia propia y el trato con nuestros semejantes nos dicen que efectivamente la vida es una feria donde de ordinario se piensa y se obra al impulso del amor de deleites, del amor al dinero con que aquellos se obtienen y del orgullo o prurito de superioridad.
Jesús, influyendo sobre el mundo por medio de su Evangelio, de su Iglesia y de su presencia real, redime perennemente. A él, crucificado en desnudez lastimosa, acude el pobre que carece de abrigo. A él, puesto entre infames, afrentado y calumniado, vuelve los ojos el que se siente injustamente perseguido o convertido en ludibrio de los hombres. A él, coronado de espinas, se dirige el que padece los dolores de la mente, el recuerdo del bien perdido, la viudez amarga, la comprensión del propio mal, de la injusticia ajena. A esas manos clavadas pide alivio aquel que no puede obrar porque se le desconoce su derecho. A esos pies adheridos a un madero pide libertad aquel que sabe “cuán áspero es el subir la escalera de un amo”. A él, descoyuntado y hecho retablo de heridas y de sangre, se dirige el que siente las enfermedades de este cuerpo, pasto ahora de pasiones y mañana de miserias. Y a él acude el que acaba, porque él, a fin de completar su redención, quiso también ser moribundo y enseñar a morir.
Marco Fidel Suárez (1855 – 1927).
Excelente díscurso, lástima que no se publique todo el texto. Busco también la conclusión.
Excelente todo; me gustaría que me enviaran la oración de Marco Fidel Suárez a mi correo.
Es importante el interés por la academia, pero también es triste ver cómo se miente con la pluma; de anoche a hoy, me he leído dos biografías de Marco Fidel Suárez y a cual de las dos más falsas en lo que se refiere a su vida personal. Ambas historiadoras bien equivocadas. Dónde radica el peligro? Que enseñamos a nuestras viejas y jóvenes generaciones grandes mentiras sobre la vida de nuestros mayores. Gracias por las buenas intenciones con que nos mienten.
Le agradeceríamos a la remitente que nos haga una presentación objetiva de las falsedades que leyó respecto de Marco Fidel Suárez, bien a su favor o bien en contra suya; con gusto la publicaremos. Ello, precisamente porque en este portal no somos proclives a la manipulación y, todo lo contrario, somos amantes de la controversia, siempre que esta se apoye en soportes de objetividad y altura.
En cuanto a nosotros se refiere, lo único que anotamos acerca de él fue el pequeño texto del pie de foto, que dice: “DON MARCO FIDEL SUÁREZ, ESCRITOR COLOMBIANO. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA. MIEMBRO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA”, y nada de eso es falso.
Un cordial saludo.
La noche que quise escribirles no pude porque no conozco este aparato ajeno. Busco quién me ayude mientras acumulo informes documentados de su vida familiar, porque es de mis afectos ya que forma parte de mi familia. Mi abuelo, DIONISIO TAMAYO LOTERO, con sus hijos, entre los que se cuenta mi madre, ANA ROSA TAMAYO GONZÁLEZ, cuidaron la humilde choza que él les encargara. Les dije en ese entonces que la foto del anciano de barba corresponde a archivos familiares. Tengo mucho para darles a ustedes y a la ACADEMIA DE HISTORIA DE COLOMBIA. Hasta otra oportunidad. Mi acuciosa enfermedad en los huesos no me deja avanzar mucho.
Como Jesucristo nuestro Señor, nadie en este mundo se le puede comparar. El es grande y bondadoso con quienes a menudo le ofendemos. Me alegro por poder contar con su perdón a pesar de todas mis debilidades. Gracias Señor, por tu infinita misericordia.
ESCRIBIR SOBRE JESUCRISTO DIOS Y HOMBRE TAN SOLO PUEDE HACERLO UNA MENTE HUMANA SABIA Y HUMILDE. CRISTO REPRESENTA LA HUMILDAD Y LA GRANDEZA. DIOS SE HIZO HOMBRE, PADECIÓ, MURIO EN LA CRUZ, RESUCITÓ, SUBIÓ AL CIELO, ESTA EN MEDIO DE DIOS PADRE Y ALGUN DIA VENDRA A JUZGAR VIVOS Y MUERTOS. SU PASION Y MUERTE NO SERAN INOCUAS. LÁSTIMA ME DAN QUIENES SE DICEN ATEOS. A LA HORA DEL TIROTEO, SON LOS QUE MÁS INVOCAN A DIOS.
Jesucristo Dios y hombre, Dios eterno, hombre desde su nacimiento en Belén, elemento integral del misterio máximo de nuestra religión: la Santísima Trinidad. Más fácil meter el mar entre un hoyito con un dedal, que la mente humana pueda entenderlo. Para eso es la fe. Para entender lo que no vemos porque Dios lo ha revelado. Se necesita la humildad y la sabiduría de don Marco Fidel Suárez para plasmar en unas cuantas palabras la grandeza del Dios que reencarnó en un hombre, para redimirnos y darnos ejemplo de vida.
Admiro a quien admira al Señor de señores, a aquel que no tuvo el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino más bien lo tuvo todo por perdido para redimir a los infames, pero así venció a la muerte y de paso tendió su mano misericordiosa como puente hacia la eternidad, todo aquel que lo transita encuentra paz, gozo, adquiere una cosmovisión distinta, ahora todo tiene sentido para él, y en medio del muladar de las pasiones florece la conciencia que abre sus pétalos para alabar a Dios entendiendo que aunque pronto su belleza se marchita, el perfume de su alabanza al Ser Supremo perdura para siempre y lo hace eterno.
Gran hombre don Marco Fidel, ganó su grandeza de rodillas. Que viva JesuCristo.