LAS MUJERES EN LA FILOSOFÍA. Capítulo I: HIPATIA DE ALEJANDRÍA. Por Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro de la Academia de Historia de Santander y del Colegio Nacional de Periodistas.

HIPATIA DE ALEJANDRÍA. Dibujo de Jules Maurice Gaspar. 1908.

 

“Hubo una mujer en Alejandría llamada Hipatia, hija del filósofo Teón, que realizó tales logros en literatura y ciencia, que sobrepasó a todos los filósofos de su propio tiempo. Habiéndose formado en las ideas de Platón y Plotino, explicaba los principios de la filosofía a todos sus oyentes, muchos de los cuales venían de muy lejos para recibir sus enseñanzas.

Como muestra de autocontrol y sencillez de maneras, que adquirió como consecuencia de cultivar su mente, solía no poco frecuentemente aparecer en público frente a los magistrados. Nunca se sintió intimidada por acudir a una asamblea de hombres. A causa de su extraordinaria dignidad y virtud, todos los hombres la admiraban sobremanera. Cayó víctima de las intrigas políticas que en aquella época prevalecían. Como tenía frecuentes entrevistas con Orestes {el Prefecto de Alejandría}, fue proclamado calumniosamente entre el populacho cristiano que fue ella quien impidió que Orestes se reconciliara con el obispo {Cirilo}. Algunos de ellos, formando parte de una fiera y fanática turba, cuyo líder era un tal Pedro {Pedro el Lector}, la aprehendieron de camino a su casa, y arrastrándola desde su carro, la llevaron a una iglesia llamada Cesareo, donde la desnudaron completamente, y la asesinaron con tejas {la palabra griega original, ostrakoi no deja claro si se trató de tejas o de ostras}. Después de desmembrar su cuerpo, llevaron sus restos a un lugar llamado Cinaron, y allí los quemaron. Este asunto dejó caer el mayor de los oprobios, no sólo sobre Cirilo, sino sobre toda la iglesia de Alejandría. Y seguramente nada puede haber más lejos del espíritu cristiano que permitir masacres, luchas y hechos de este tipo. Esto sucedió en el mes de Marzo durante la Cuaresma, en el cuarto año del episcopado de Cirilo, bajo el décimo consulado de Honorio y el sexto de Teodosio”.

(Sócrates Escolástico (s. V dC). Historia Eclesiástica. Libro VI, capítulo 15).

 

“En aquellos días apareció en Alejandría una mujer filósofa, una pagana llamada Hipatia, y dedicaba todo su tiempo a todo tipo de magia, astrolabios e instrumentos de música, y engañó a mucha gente gracias a sus estratagemas satánicas. El gobernador de la ciudad le rendía todo tipo de honores, ya que ella le había cautivado con su magia. Y él dejó de asistir a la iglesia tal y como era su costumbre… No sólo hizo esto, sino que llevó a muchos creyentes ante ella, y él mismo recibió a los paganos en su casa…

… Una multitud de creyentes en Dios se levantaron guiados por Pedro el Magistrado, y procedieron a buscar a la mujer pagana que había engañado a la gente de la ciudad y al prefecto {Orestes} con sus encantamientos. Y cuando descubrieron el lugar donde se encontraba, la fueron a buscar y la hallaron cómodamente sentada; habiéndola hecho descender, la arrastraron por todo el camino hasta la iglesia mayor, llamada Cesareo. Esto sucedió en los días de Cuaresma. Le arrancaron la ropa y la arrastraron por las calles de la ciudad hasta que le provocaron la muerte. La llevaron a un lugar llamado Cinaron y quemaron su cuerpo. Todo el mundo rodeó al patriarca Cirilo y le aclamaron como “el nuevo Teófilo”, ya que él había acabado con los últimos restos de idolatría de la ciudad”.

(Juan, Obispo de Nikiu. Crónica 84.87-103).

 

Estos dos textos —ambos escritos por autores cristianos— muestran de bulto la diferencia de actitud que, frente a las ideas nuevas y distintas a las propias, ha existido desde siempre entre el sabio tolerante y el ignorante fanático.

Pero, además, muestran de bulto que no es cierta aquella afirmación que, con sonrisa socarrona y tremenda irresponsabilidad, les hizo a sus alumnas cierto profesor de Filosofía de colegio privado—entre las cuales se encontraba una de mis hijas— en el sentido de que los filósofos siempre habían sido hombres porque, sencillamente, las mujeres no pensaban.

Hipatia es el símbolo de lo contrario: de la existencia de brillantes mujeres filósofas desde años muy lejanos a los actuales.

Pero también, símbolo de la intolerancia inmemorial machista de hombres ignorantes y fanáticos, incapaces de soportar que una mujer los superara con creces.

Con Hipatia de Alejandría iniciamos el listado de lujo con el que queremos rememorar a las grandes mujeres filósofas que ha dado la humanidad, relegadas al olvido por el inveterado machismo que ha reinado —y sigue reinando— en el mundo.

 

ATENTADO CONTRA HIPATIA DE ALEJANDRÍA (Grabado. 1876).

 

Además de filósofa, Hipatia se destacó como matemática.

De hecho, fue el Álgebra de Baldor la obra donde nosotros encontramos la primera referencia a Hipatia.

Dice así la famosa obra, texto obligatorio en nuestro remoto bachillerato (1969-1970-1971):

 

ILUSTRACIÓN DE HIPATIA Y DE SU ENTORNO EN EL ÁLGEBRA DE BALDOR.

 

“HYPATIA (370-415 D.C.) Una excepcional mujer griega, hija del filósofo y matemático Teón. Se hizo célebre por su saber, por su elocuencia y por su belleza. Nacida en Alejandría, viaja a Atenas donde realiza estudios; al regresar a Alejandría funda una escuela donde enseña las doctrinas de Platón y Aristóteles y se pone al frente del pensamiento neoplatónico. Hypatia es uno de los últimos matemáticos griegos. Se distinguió por los comentarios a las obras de Apolonio y Diofanto. Murió asesinada bárbaramente”. (BALDOR, Aurelio. Álgebra. 16a reimpresión. Publicaciones Cultural. México. 1998, p. 143).

(Recordemos, entre paréntesis, que Diofanto fue considerado hasta época relativamente reciente como el fundador del álgebra).

 

Pero Hipatia no solo fue filósofa y matemática de gran calado. También brilló como astrónoma.

 

ASTROLABIO, ANTIGUO INSTRUMENTO DE OBSERVACIÓN Y MEDICIÓN DE LA POSICIÓN Y ALTURA DE LAS ESTRELLAS, EMPLEADO POR LA ASTRÓNOMA HIPATIA DE ALEJANDRÍA.

 

El Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado nos enseña acerca de ella:

 

Hipatia.— Hist. Bellísima y sabia investigadora, académica de la Biblioteca de Alejandría, hija de Theón de Alejandría. Realizó numerosos trabajos sobre astronomía y matemáticas, siendo una de las poquísimas mujeres de la antigüedad que alcanzaron los más altos niveles en ciencias y filosofía. Profunda estudiosa de las teorías neoplatónicas, entre sus discípulos se contó a Synesius de Cirene, quien llegó a ser obispo de Tolemaida, lo que muestra cómo en Alejandría estuvo a punto de lograrse una conciliación entre la gran filosofía griega y el naciente cristianismo. Sin embargo, alarmados por esta posibilidad, algunos sacerdotes cristianos instigaron a una turba de sus fieles semianalfabetos a asaltar la litera en que la joven era conducida a su trabajo en la Biblioteca, y en seguida la asesinaron de manera bestial, arrancándole la piel con conchas afiladas”. (3a. edición. Ed. Libsa. Madrid. 1993, p. 588).

 

[CONTINUARÁ]

 

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