Tú nos diste en los sesenta, Olga Lucía,
El regalo sin igual de tu sonrisa,
Hoy te evoco cual sirena entre la brisa
Y en el agua en que tu gloria florecía.
Esa niña que al hablar reconocía
Su evidente timidez, el ir a misa,
El querer poder nadar con mayor prisa
Para darle a su país más alegría,
Esa niña es hoy tan solo en mi memoria
Una mezcla de nostalgia con historia,
Un pasado en que feliz yo te soñaba,
Y en el sueño conocía tu Cali bella,
Y en el sueño, sirenita, eras mi estrella,
Luz radiante que mi vida iluminaba.
Esa fe que me enseñaron hoy confía:
Que en el Cielo Dios te tenga, Olga Lucía.