¿Realmente es cierto que no existió Manuela Beltrán? (Sexta parte) Por Óscar Humberto Gómez Gómez

 

Después de que el historiador Armando Martínez Garnica publicara su columna “Adiós a Manuela Beltrán” en el portal La Linterna Azul; de que El Espectador publicara la extensa crónica de Pastor Virviescas “Manuela Beltrán: la heroína que nunca existió”; y de que Pacho Centeno publicara en El Unicornio su columna “La falsa Manuela Beltrán“, el diario Vanguardia, de Bucaramanga, la Emisora Cultural Luis Carlos Galán Sarmiento y otros medios y personas de por aquí soltaron otra “bomba noticiosa”: ¡¡¡ había sido “hallada” la partida de bautizo de Manuela Beltrán !!!

 

 

El “hallazgo de última hora” de la partida bautismal de Manuela Beltrán fue publicado en otros medios nacionales como si se tratara del gran descubrimiento histórico de las últimas horas.

Se empezó a decir, entonces, que gracias a que acababa de ser “encontrada” la partida de bautismo de Manuela Beltrán había venido a “conocerse” que no sólo se llamaba Manuela, sino María Manuela, y que su segundo apellido era Archila, y no “Quesada”, como el historiador Martínez Garnica había escrito que le habían inventado.

Tal y como fue reproducido en la primera de esta serie de entradas, el doctor Martínez Garnica había escrito, ciertamente, lo siguiente:

“En sus episodios novelescos sobre la insurrección de los Comuneros, doña Soledad Acosta de Samper publicó durante el año 1870, en entregas sucesivas del periódico El Bien Público, la siguiente oración: “una mujer del pueblo, pero decentemente vestida, se abrió paso al través de la gente, y, acercándose a la esquina, se empinó, y con acción repentina arrancó y despedazó el cartel, tirando los pedazos al aire. ¡Viva el rey! —exclamó—, ¡pero muera el visitador Piñeres!”. Hasta entonces, nadie había mencionado a esa mujer en el movimiento socorrano de 1781, y nadie había dicho su nombre, ni siquiera en el largo expediente judicial que se siguió a los comuneros. Pero alguien, sin prueba alguna, inventó que se llamaba Manuela Beltrán Quesada, y la puso a nacer en Confines, en el Socorro o en Charalá. Incluso le inventó padres, Juan Beltrán y Ángela de Archila Sarmiento, y hasta fecha exacta de nacimiento: 13 de marzo de 1724. Habría sido entonces una vieja de 57 años cuando arrancó el edicto que ordenaba pagar el gravamen de la Armada de Barlovento”.

 

 

Más allá de lo incoherente que resultaba el hecho de que se dijera que el segundo apellido de Manuela era “Quesada” (con lo cual Manuela se apellidaría Beltrán Quesada, curiosamente igual que los hermanos Orlando y Claudio, de unos años acá reconocidos en Bucaramanga como defensores de los animales y la naturaleza), pero al mismo tiempo se afirmara que su mamá era de apellido “Archila Sarmiento” (con lo cual no se podría apellidar Beltrán Quesada, sino Beltrán Archila), se comentaba que el hallazgo documental de última hora acababa de confirmar que su papá sí se llamaba Juan Beltrán, que su mamá sí se llamaba Ángela Archila y que había nacido el 14 de mayo de 1724 en el Socorro, y no el 13 de marzo de ese año en Confines o en Charalá, como se leía (y se sigue leyendo) en Wikipedia y curiosamente se leía también en el artículo del Dr. Martínez Garnica, como si los datos los hubiera sacado el distinguido historiador de la famosa biblioteca virtual, a la que, como es públicamente sabido, al menos en principio le puede meter la mano todo el que quiera.

Finalmente corrió la voz de que, gracias al “descubrimiento” de ese documento, se acababa de verificar que al momento de los hechos contaba con 57 años de edad.

 

 

Pero no: en realidad se armó un bochinche en balde porque nadie acababa de descubrir nada.

En efecto, de la partida de bautismo de Manuela Beltrán se tenía conocimiento desde años atrás, tal y como quedó visto en la Tercera Parte de esta serie. Y obviamente desde años atrás se sabían sus dos nombres y sus dos apellidos, el nombre de sus padres y el lugar y la fecha de su nacimiento. Y lógicamente también desde años atrás ya habían hecho referencia a sus dos nombres y a sus dos apellidos los historiadores.

Y las historiadoras, por supuesto.

Así, por ejemplo, las historiadoras Jacqueline Blanco Blanco y Margarita Cárdenas Poveda, de la Universidad Militar Nueva Granada, de Bogotá, en ensayo publicado en el año 2009 ya habían anotado lo siguiente:

 

ALGUNOS NOMBRES HISTÓRICAMENTE CÉLEBRES

4.1. En la colonia

En este periodo se reconoce el papel político desempeñado por dos mujeres: una protagonista y otra víctima de la justicia real. La primera, María Manuela Beltrán Archila, la célebre mujer que rompió el edicto, el 16 de marzo de 1781 en el Socorro (…) Los únicos datos reales que se tienen de su vida corresponden al origen y a su familia: nació del matrimonio formado por Juan Beltrán y Ángela Archila, el 14 de mayo de 1724, en la parroquia de Nuestra Señora del Socorro; por los datos que arroja la partida de bautismo, Manuela Beltrán tenía al momento de la insurrección comunera, 57 años de edad”. (BLANCO BLANCO, Jacqueline. CÁRDENAS POVEDA, Margarita. “Las mujeres en la historia de Colombia, sus derechos, sus deberes“. En: PROLEGÓMENOS. Volumen 12. Número 23. Enero – junio de 2009. Universidad Militar Nueva Granada. Bogotá. 2009, p. 151. Negrilla fuera de texto).

 

 

 

 

El ensayo de las historiadoras Blanco y Cárdenas puede ser leído completo en la siguiente dirección de Internet:

 

https://revistas.unimilitar.edu.co/index.php/dere/article/view/2501

 

Pues bien:

Desde el 2009 al 2023 han transcurrido catorce años.

 

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